Este ensayo digital presenta cuatro visitas mías a Villa Grimaldi, famoso centro de detención y tortura en las afueras de Santiago de Chile, realizadas entre 2006 y 2013. Yo misma no entiendo el porqué detrás de mis múltiples visitas a este lugar (son muchas más que las tres que escenifico aquí). ¿Porqué volver una y otra vez? Yo no soy de Chile. Yo no tuve nada que ver con la dictadura de Pinochet. Sí recuerdo muy bien a los chilenos exiliados que conocí cuando joven viviendo en Ciudad de México. Yo, como muchos otros mexicanos, nos sentíamos muy orgullosos de nuestra supuesta democracia. Mi primera visita a Villa Grimaldi el 2006, acompañada por Pedro Matta, un sobreviviente, cambió todo eso. No solo me impactó su performance del trauma, si no que comencé a entender las maneras en las cuales su performance me interpelaba y me implicaba a mi como espectadora y como co-ciudadana de las Américas. La segunda visita que relato en este ensayo fue el año 2012, después de la creación de una audio-guía para visitantes. ¿Qué, me preguntaba, sería distinto entre estar en el lugar con Matta y realizar una visita guiada por una grabación? ¿De quién eran las memorias relatadas y para quién? Mi visita más reciente (la cual sin duda no será la última) ocurrió el 2013, cuando fui acompañada por Teresa Anativia, otra sobreviviente. Teresa y yo habíamos formado una estrecha relación mucho antes de visitar Villa Grimaldi juntas. En el video-testimonio que ella ofrece aquí, recuenta la primera vez que volvió a Villa Grimaldi después que los activistas y organizaciones de derechos humanos habían recuperado el lugar como sitio de memoria. El portón metálico a través del cual los agentes del gobierno militar internaban a los presos con los ojos vendados fue cerrado con candado para siempre—un acto simbólico para garantizar que este tipo de violencia política no ocurrirá nunca más en Chile. Le pregunté si le perturbaba retornar a este lugar ahora, tantos años después, por la entrada de visitantes. “No,” dijo, “este no es el lugar.”
Este ensayo, entonces, invita al lector a acompañarme en varias caminatas por Villa Grimaldi y a pensar sobre las numerosas preguntas que este sitio (y otros como este) levantan en relación a la memoria, la historia, el lugar, el performance, el trauma y la resistencia política. ¿Para quién son estos espacios? ¿Qué piden de nosotros? ¿Cómo pueden los lugares, las visitas, las audio-guías, el video-testimonio y los ensayos digitales como este transmitir un sentido de lo que ocurrió ahí, a ellos, y al mismo tiempo interpelarnos a ‘nosotros’ como co-participes en este drama?
La fotografía en la cabecera de esta página, tomada por Lorie Novak, muestra las esquirlas metálicas que los agentes de la dictadura ataban a los cuerpos de sus víctimas antes de tirarlos al mar para asegurar que estos no flotarían a la superficie. La lupa se enfoca en un botón arrancado de la ropa de uno de esos cuerpos. La primera vez que las vi en la exhibición en Villa Grimaldi, no me fije en el botón. Esta foto, como mis múltiples visitas, me recuerda que necesito ajustar mi enfoque y atención para ver, comprender y sentir el drama del cual yo, a medida que me he ido dando cuenta, soy parte.